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LOS MICROPLÁSTICOS
 

Millones de toneladas de plástico se tiran al mar cada año y acaban convertidas en micropartículas tóxicas que contaminan los alimentos. Y no puedes evitarlas. 

 Lo último que esperas encontrarte en la sopa es un pelo del cocinero o un duro trozo de plástico de origen desconocido. Pondrías el grito en el cielo si te los tropezaras, pero sin darte cuenta ya te estás comiendo ese plástico en forma de micropartículas. Y lo que es peor, su diminuto tamaño no hace que sean inofensivas, sino todo lo contrario, pues se introducen en los rincones más sensibles de tu organismo.

 Cada año se lanzan al mar 8 millones de toneladas de plásticos que al degradarse se convierten en micropartículas. A este ritmo, en el año 2050 en el mar habrá un volumen mayor de plástico que de peces, según la Fundación Ellen MacArthur.

Los objetos de plástico no se biodegradan, sino que se convierten en partículas menores de 5 mm de diámetro debido a la acción del sol, a la oxidación y a la acción física de las olas, las corrientes o los mordiscos de peces y aves.

Pero no creas que todo el plástico que invade el mar tiene su origen en las bolsas y todo tipo de cosas que te vengan a la imaginación. Buena parte es plástico que no llegamos a ver.
Como los gránulos o pellets de plástico, el material al que aún no se ha dado forma en las fábricas, y que se pierde en el mar como consecuencia de los accidentes de los mercantes contenedores. Algunos peces grandes y depredadores los confunden con huevos de otras especies que forman parte de su alimentación.
Al mar también llegan las micropartículas que los fabricantes utilizan en las cremas cosméticas exfoliantes y las pastas de dientes, que quizá utilizas en el baño y que luego viajan por los desagües y no llegan a ser filtradas por las depuradoras municipales.


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En mi opinión, deberíamos de cuidar más los residuos que tiramos debido a que desgraciadamente cada vez más, los océanos se llenan de plástico y los animales que viven allí se mueren.


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